Hoy murió
Hoy murió. Repentinamente y sin aviso previo, se desvaneció, y aunque no
conozco bien la razón, lo único que sé es que a partir de hoy, todo va a cambiar.
¿Lo habrán matado?, ¿fue un ataque al corazón?, ¿murió por alguna otra causa?,
¿quién lo podría haber matado?, todas estas preguntas me acechan porque todos
bien sabemos que él tenía una tremenda salud, es más, recuerdo cómo salía a
correr todas las mañanas.
Mientras me pregunto esto, veo al pobre difunto, blanco, completamente
diaforético, pero mientras lo examino más me da curiosidad conocer su muerte.
Nadie ha llegado a su casa, de hecho ni siquiera recuerdo por qué yo estaba ahí,
entonces creí pertinente desnudarlo y examinarlo, para que cuando llegara la
policía, pudiera explicarles con lujo de detalle el caso. De cierta forma, me sentí
obligado a ayudar. Es una sensación que no termino de comprender. ¿Será para
ayudar?, ¿por morbo?, ¿para esclarecer la muerte de un conocido?, ¿curiosidad?,
no lo sé. Pero, debo hacerlo.
Comienzo a examinarlo, tal cual como me enseñaron en la universidad forense,
de la cual fui expulsado tempranamente por “comportamientos extraños” según
decía el decano; pero no quiero desviarme ahí. Primero comienzo con la cabeza,
voy palpando cada milímetro de su cráneo desde la parte occipital, hasta la frontal.
Bajo hacia la cara y me doy cuenta los bellos ojos que tenía. ¡Esperen! Me acordé
de algo; es una imagen difusa de la casa en donde estoy. Se desvanece poco a
poco. Lo perdí. No le doy importancia. Sigo bajando y toco sus puentes nasales,
no encuentro nada y continúo. Reviso su maxilar superior y bajo por los labios.
Unos labios gruesos y con gran forma. No sé por qué, pero me quedo atorado ahí.
Esos labios me hacen sentir algo. ¡Esperen! Me acordé de algo; es una imagen
difusa de la casa en donde estoy y del difunto. Se desvanece poco a poco. Lo
perdí. No le doy importancia. Decido dejar atrás los labios y seguir por el maxilar
inferior hacia el cuello, comenzando por las cervicales hacia la tráquea. Continúo
palpando y llego al pecho. Poco a poco registro sus costillas y su abdomen, que
encuentro duro y rígido como una tabla. Me parece esta razón suficiente para los
policías, para saber que murió por un desangrado interno. Sigo por su pelvis y
llego a la zona genital. ¡Esperen! Me acordé de algo; es una imagen difusa de la
casa en donde estoy y del difunto que está conmigo, aparentemente hace unas
cuantas horas. No le doy importancia. Pero, no puedo evitar observar sus
genitales. No entiendo qué es lo que estoy sintiendo, pero es algo extraño. Me
quedo atascado ahí veinte minutos. Debo de seguir. No puedo. Algo me detiene.
Es como si fuese una fuerza extraña y externa a mí que no me deja continuar.
Pero, soy más fuerte que ella y continúo. Bajo por el fémur, la rótula y la tibia y el
peroné. Vuelvo a los genitales. Me quedo otros veinte minutos. ¡Esperen! Me
acordé de algo; es una imagen difusa de la casa en donde estoy y del difunto que
está conmigo, aparentemente hace unas cuantas horas, estamos discutiendo y le
doy algo de tomar. No le doy importancia. Mientras sigo examinándolo, me doy
cuenta de que me enamoré. Estoy enamorado de un difunto. ¡Esperen! Me acordé
de algo; es una imagen clara y nítida de la casa en donde estoy y del difunto que
está conmigo, aparentemente hace unas cuantas horas, estamos discutiendo y le
doy algo de tomar. Estaba enamorado de él y él no de mí. Lo asesiné. No le doy
importancia, ¿o sí?
Mis impulsos me llevan a sus labios otra vez. Comienzo a besarlo. Es como si
esta fuerza extraña estuviese dentro de mi cuerpo. No me dejé ir. Continúo
besándolo. Me acuerdo de cuando lo maté. Lloro. Ya no lo tendré a mi lado.
Aunque puedo. Pienso quedarme con el cuerpo y amarlo por el resto de mis días.
Suena la puerta. Llegó la policía.

Tobias Gutfrajnd Zimet
Descripción: “Vengo de rondar la tierra, y de recorrerla de un extremo a otro.” Job 1:7 Premio: Primer lugar en Cuento Creativo en la categoría de Sofrim CDI.