El encuentro
Casi todos los hombres se han enfrentado al momento más difícil: el de invitar a la persona, que antes sólo veías en el pasillo, a que pase una bella velada contigo. Desde aproximadamente dos meses antes te estás preparando para este momento: ya soñaste dormido y despierto con la respuesta esperada, pero aún así no logras hacerlo realidad.
Llega el día: tragas fuego para matar a todas las mariposas de tu estómago. Ella está
platicando con sus sus amigas y le pides una pequeña charla que puede cambiar el resto de tu vida.
Después de practicar lo que le vas a decir, terminas improvisando todo lo que tenías pensado y por primera vez la conversación fluye. Después de cinco segundos de silencio incómodo, que se te pasan más largos que la clase de matemáticas, te entra un arrepentimiento tan grande que quieres que la tierra te trague y no volver a verla jamás.
Te armas de valor y continúas: por fin recibes la respuesta que tanto esperabas “está bien, salgamos”... ¡un meteorito de éxtasis acaba de chocar contra tu sistema nervioso!
Pero mantienes la calma, quieres expresarle todo tu amor y dedicarle todas las canciones románticas que conoces…
Los dos humanos toman su camino y juegan a ver quién corre el chisme más rápido, no se vuelven a encontrar hasta la muy famosa y esperada primera cita.
Así es, este ensayo está dedicado para ustedes que saben de este horrible fenómeno llamado primera cita. Yo soy la persona correcta para explicarles por qué este es un esfuerzo inútil. Sin más preámbulo, empecemos...
Imaginemos que van a un centro comercial a caminar y por un helado, el hombre tiene
ciertos juegos que tiene que atravesar para que su cita funcione. El primer reto y el más importante es el juego de no decir ciertas palabras:“engordaste” “¿Qué quieres hacer?” “Paga tú” y “¿Todo bien?”. Si evitas estas cuatro frases nada tiene que salir mal. Otro reto importante es evitar silencios incómodos, no hay peor que quedarse viendo media hora sin nada que decir, por eso lector, te traigo los mejores temas cuando no haya conversación: infancia, familia, comida, viajar, el agua está mojada o moja y por último recurso (al cual espero que no tengas que llegar): ropa.
Después de esa tarde difícil intentando convencer a alguien que eres una buena persona llega el muy famoso y desesperante, “Creo que como amigos estamos bien”: un Home Run directo a tu orgullo con poco entendimiento de qué está pasando. Al fin y al cabo, entender a una mujer es como lograr el laberinto en el menú de niños del restaurante. Igual nunca te rindas, en algún lado hay una hermosa persona esperándote.
*Tip de experto: siempre escoge a la que le guste comer alitas sin pena a ensuciarse.
